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EL DISCO DE LA ABUELA de Juan Carlos Villalba

1)  ¿Qué dice la canción Abu..? - preguntaba yo  No se…mi amor…no se - contestaba emocionada.  ¿Y entonces porque lloras?  Tampoco lo se – decía – y se quedaba mirando a lo lejos, mientras me acariciaba entre melancólica y feliz.  Esta escena se repetía casi todos los domingos en casa de la abuela cada vez que ponía a sonar su disco preferido. Aquella música y esa voz maravillosa que cantaba en un idioma por entonces extraño para mí, me sugería  imágenes surrealistas, una especie de   pájaro inexplicable que cambiaba de formas y colores, según el momento y el tono de la melodía. Pero…              Porque lloraba la abuela..? Porque muchas veces terminamos abrazados y lagrimeando..? Que poder tenia aquella música para conmovernos de esa manera..? Durante muchos años me lo pregunte. 3)   Con el tiempo, convertido en adulto y amante de la música clásica, supe que aquel idioma era el francés, que aquella mujer de voz insuperable era María Callas, que el aria que

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Eduardo Romano: Poemas


BRINDIS

Por la mano que hundo y arranca el poema
por el verbo que comunica como una llave
por el hijo pródigo que vendió su corazón al contado
por la joven madre que no abortó de perezosa
por los que de tanto en tanto se dicen algo al espejo
por los que sólo recuerdan a garrotazos
por la ventana cerrada de los muertos
y por el que desde mucho antes fue cadáver.

Por el ojo sin importancia de la risa
por los que hoy aquí y mañana no se sabe
por la noticia falseada en treinta idiomas
por el que pide permiso en todas partes
por el que usa apenas mujeres usadas
por el que brilla una noche y catequiza
por el silbido que se perdió en la boca
y por la triste escalera que solamente baja.

Por una blusa roja hasta la sangre
por la firme respuesta del seno adolescente
por la manzana madre de este mundo
por el que tira sus besos al retrete
por el que perdió la cabeza en el griterío
y por el hueso auténtico el hueso duro de roer.
Por el hueco de los que ya se resignaron
por la fiel amistad de las enfermedades incurables
por la que todavía aguarda hecho preguntas
por la felicidad del hombre amaestrado
por la palabra que nos dará el olvido
por un cielo de puentes y llegadas
y por una verdad a cada rato.

Por el marinero que no aprendió a desembarcar
por el clavo caliente de estar vivo
por la alegría exacta de los tristes
por el vino de rostros que nadie puede arrebatarnos
y por la desesperación del vaso en la garganta.
Por los que mercan cada día tu trabajo
por los que “sí, cómo no, de cualquier modo”,
por los principios con que algunos terminan sus crímenes
por todas las maneras de andar al descubierto
por los que memorizan cada día de sus años
y por ti, pero más por mí, pormigo mismo,
junto a esos zapatos caminando sin dueño a medianoche
brindo, tal vez de manera vulgar,
levanto mi copa enardecida
por los que ya nombré y por los que no me acuerdo,
dejo paga mi última sonrisa,
toco fondo.
(de “18 poemas”)


LA LOCA

Me decían sentate al lado de la loca
y dale cuerda.
La loca, a todas horas
destrozada,
y después -si existe algún después
bajo las ruedas-
dibujaba muñecos en el vidrio,
cantaba letras sucias,
daba pena,
Me decían recitale a la loca
tus poemas.
La loca consumía
el café más amargo con leche
y apagado,
se sonaba los huesos
traqueteados en camas informes
o en baldíos,
se daba una medida de esperanza.
Sentada en un rincón,
lucía las bananas podridas del sombrero,
un perfume bien rancio, recocido,
su careta de humo,
su cuello pergamino.
Me decían conversá con la loca
de la vida en orsai,
de su hijo roto.
La loca masticaba estampitas lentamente
preguntando si el sol
seguía afuera
o lo habían llevado, en bandeja,
hasta su cuarto.
Me decían con guiños, por lo bajo,
explicale a la loca que está muerta.
(de “Entrada prohibida”)

CAMINATA

Tengo veintiocho años cumplidos
esta hermosa tarde que ahora desciende
por la avenida viento norte, Palermo,
pensando qué hacer con lo que resta.
Ya no soporto los gestos de Francisco,
según las circunstancias.
No me alcanzan las palabras de Luis,
el estudiante de izquierda
que me quiere explicar causa remotas.
No quiero más los proyectos comunes y promesas
que nunca les pedí, ni equivocada.
He visto y oído sus trabajos,
los oficios delicados, inútiles, vacíos,
humillantes o alegres, de los hombres amados.
Los adolescentes que se concentran
hasta la seriedad en mis piernas delgadas
apenas casi me entretienen.
Las amigas que recitan siempre,
hasta el cansancio,
comienzos o restos de aventuras
ocultas por el humo y sus caras mundanas,
no pueden disimular la soledad que las desborda.
Quedan, es claro, el arte y los paisajes,
pero una ha comprendido el mecanismo
y para qué engañarse en estos tiempos.
Veintiocho años al sol,
camino sostenida por esta escasa juventud
y la incipiente madurez de mis recuerdos.
Sólo deseo tomar un poco de noche,
cara al húmedo cielo,
jugar a la paz, al deseo, a la ternura,
tener una larga conversación sobre estrategia
con algún general que nunca hizo la guerra.
(de “Algunas vidas, ciertos amores”)

TERCERA FOTOGRAFIA DE AMOR

Es peligroso vivir una última noche con vos.
Hay, por ejemplo, rápidos incendios
sobre los pastos secos de tus ojos.
Hay un aborto reciente y desdichado
-la careta señores los guantes señorita-
que dejó en tu sonrisa enorme cicatriz.
Yo la recorro con paciencia de domingo lluvioso
bajo los pliegues de nuestra lenta soledad.
Crecen hongos salvajes en tu pelo
cuando hablás del marido y los dos hijos
envenenados por la vida en común.
Tiritan nuestras ropas por el suelo,
la tarde se arrodilla y en la pieza desnuda
contra tantos, somos apenas dos.
A las catorce y treinta se incorpora
para decirme nadie
debe saber que aquí estuvimos juntos
porque el amor voló desde el balcón.
A las catorce y treinta años perdidos
sos apenas tu sombra sobre la palma abierta del andén.
(de “Mishiadura”)

NI TAN DERECHOS NI TAN HUMANOS III

Cuando oyó la primera sirena se apartó
un poco del alféizar y cerró las persianas.
Era una lástima renunciar a esa luna
tenue y meliflua, ingenuamente pálida,
pero los gases tóxicos enturbiaban
tanta dulzura y al parecer la noche ardía ya
por los cuatro costados.
A los primeros tiros dio un paso atrás
y entornó la puerta –casi recién pintada-
de su habitación interior.
En las tinieblas se oía el crepitar
lujurioso de la violencia desatada.
Ahora forzaban una entrada gritos roncos
puteadas subrepticias órdenes silbatos
estallaban quién sabe desde dónde desde cuántos.
Empujado por los primeros sollozos ahogados
se metió en el baño, echó la doble llave,
se acurrucó en un rincón los brazos
sobre la cabeza los ojos hacia adentro.
Tras una breve pausa en que creyó –lo principal
es la fe, Dios te sonríe- haberse aislado
sintió un líquido espeso que goteaba
justo encima justo arriba justo no soy
se dijo en un susurro, casi tartamudo.
Entonces se encendió la luz potente luz de la crueldad
y al suave al apartado al buen muchacho
al nunca te metás en esas cosas al hijo de mamá
al siga siempre así felicitado
también lo desaparecieron brutalmente.
(de “Doblando el codo”)

AVERGONZADO

¿Sabe una cosa usted que a lo mejor me lee
en una larga tarde de domingo sin nada
o en algún otro hueco semejante?
Me da tanta vergüenza ensuciar con versitos
esta hoja impoluta (mentira, apenas si se trata
de una vulgar y servicial servilletita)
y en especial porque murmuro
unas palabras llanas sin metafísica legibles
carenciadas de notas o aparato erudito
sin un despliegue intertextual muy pobretonas.
Y no le cuento, amigo lectorcito amodorrado,
si pienso que en lugar de ganar a toda costa
de apostar de transar de aplastar con denuedo
pierdo mi tiempo así alumbro frases sueltas
la culpa que me da saber el alfabeto
pasear por el lenguaje gratuita suficiencia.
Al menos debería hipotecar tal perversión
en lujuriosos avisos masticables
que un músico por horas, alquilado,
supiera a la sazón sonorizar
para el sagaz público medio (¿o ya
electrocutado del todo y aún consume?).
Me sonrojo realmente, no se extrañe,
cuando sopeso una por una las palabras
las pongo boca arriba en el platillo
me detengo a escucharles viejos ecos
como si fueran rumorosos caracoles.
Es un oficio antiguo, otrora respetable,
pero que ha ido cayendo en el descrédito
en sonrisitas de burla rápidos codazos
una especie de vicio solitario
que hoy practican tan sólo idiotas de la casa.
Por eso acepto caminar hasta el patio
desolado sentarme en un banquito lánguido
esperar que repartan esa sopa mugrienta
que se supone mata los huevos empollados
de todas las metáforas.
(de “Entre sobrevivientes y amores difíciles”)

EL POETA DEVUELVE LA PALABRA
Para morir mejor
hay que estar sano (anónimo callejero)


Le entregan sus análisis completos
bajo colesterol sin índice de riesgo
glucemia uremia y uricemia
(no es el medio campo de la selección bratislava
ni una suntuosa aliteración esteticista)
con valores normales adecuados millones
de leucocitos y hematíes como para empedrar
las joyas de varias coronas coronarias
en buen funcionamiento vespertino
(de noche lo asaltan imágenes compactas
que pueden provocarle taquicardia a un dinosaurio)
y camina derecho por lugares torcidos
se busca buenos tragos los malos vienen solos
sigue fiel al Azar que lo guía desvía recombina
empieza a salirse de la ví(d)a a pesar de todos y de todo
de lo que informan estos laboratorios alcahuetes
porque la máquina ha comenzado a ratear
es el momento justo de tomar esa curva
(me parece que ya tomaste demasiado).
Resultas de lo cual lo felicitan por haber elegido
morir saludable en buen estado con el humor erecto
de cara a tan adversas circunstancias convencido
de que fue bueno rebajar las grasas los empachos
las borracheras y resacas aquellas dos mujeres en un día
los ratos de mirar nomás mirar hasta perderse
el horizonte los devastados espacios interiores.
Lo felicitan –reitero y no es una ironía-
porque ha llegado al cruce de caminos saludable
ni se le nota el austero carcinoma que lo convierte
en candidato seguro en colaborador anticipado
de la página oscura del Gran Diario donde otrora
incluyeran artículos suyos a veces ponderados
sesudas bibliográficas anónimas o nomás discutibles
que con los vientos light se disiparon.
Algún periodista apresurado querrá corroborar
si es cierto que escribía fascículos seriados
escritores de acá de ahí de más al fondo
para el sueño de Boris en el saber distributivo
si compartió con Paco los destinos de una carrera
donde enseñaban las formas de las letras
que nunca coincidieron pero igual dialogaban
si una vez despertó con la que hubiera amado
entre los brazos prefirió que durmiera tan cansada.
Igual se irá pensando por el viaje –algunos gurúes afirman
que no es largo- las mejores respuestas las posibles
al máximo misterio de este confuso crucigrama.
(de “Puro biógrafo y otras inconveniencias”)

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Eduardo Romano y R. R., agosto 2014.


Antología en La Revista

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