Carlos Aprea nació el 14 de diciembre de 1955 en La Plata, donde reside, capital de la provincia de Buenos Aires, la Argentina. // Por
Rolando Revagliatti
También vivimos
de recuerdos,
de evocaciones,
también vivimos
en la playa desolada,
desguarnecidos,
llamando inútilmente
en la tempestad,
también vivimos
la marea baja lenta
y se vislumbran
manchas,
basuras,
restos
sobre la playa,
caminamos
sobre la anatomía descuartizada
de la derrota,
aún son tenues los llamados,
tenues y temerosos,
un horizonte en brumas,
así
también vivimos
entre ceremonias de exhumación
y primaveras
esta nueva estación
y sus milagros
de horas dilatadas,
de reencuentros,
de homenajes tardíos y delirios,
del sabor amargo de la nada
y el hambre
de lo imposible,
y la fe y los rencores,
también vivimos.
(de “La intemperie”)
*
Los perdedores
gozosa herida,
insistencia absurda de golpearse y golpearse
con la misma miseria los oídos,
noble madera carcomida, herrumbre de los años,
persistencia,
canción cortada por el hacha de un carnicero
viva en sus pedazos,
crece en tiempo de descuento,
cuando la edad comienza a ser una amenaza,
crece
una música tatuada en las entrañas,
para que la clasifiquen los imbéciles
y le teman los traidores,
y los asesinos sepan que nunca descansarán
y aunque sea
les sirva de condena,
no hay llanto tan feroz,
ni dolor tanto,
melodía embrujada que nos arrimas al borde aquel
de la derrota,
y nos empujas seductora a ese otro lado donde todo calla
para siempre,
quizá no fuimos fieles a patrones o ejemplos,
quizá el azar marcó de canto una baraja mala
y nos dejó sin falta ni resto,
o tal vez temblamos más de lo que el tiempo exige
a los verdaderos triunfadores,
y perdimos el fiel, el equilibrio, la mesura,
el cinismo de los escaladores,
y la alegría de los exitosos sin culpa y sin memoria,
pero aún nos conmueve
una “esperanza absurda, que es toda la fortuna...”,
melodía embrujada,
sirenita,
te reís de nosotros que no queremos cera en los oídos,
aunque tu canto convoque los dolores más hondos,
y persistimos en hacer el viaje
atados al palo mayor,
sin brújula ni timón, sin cartas ni astrolabios,
sin marea ni mar,
despidiendo a los muertos que mueren todavía,
sin llegar a saber
si la nave parte, si sube la marea,
atados al palo mayor, de una nave varada y descompuesta,
no hay otra cosa que sea tan inútil
no hay otra cosa que nos importe tanto.
(de “La intemperie”)
*
La poda
entrado el invierno,
fría la tierra, la corteza fría,
las ramas implorando hacia el cielo plomizo,
el viejo calza sus guantes y prepara
la pinza de podar,
observa en el ciruelo sus extendidas ramas,
recorre el cuerpo que ha dado el tiempo
a la copa desnuda,
sus antiguos nudos, sus bifurcaciones,
adivina una geometría que subyace
oculta a nuestra vista
y comienza, corte a corte,
a volverla visible,
de cada uno de estos cortes
dice,
depende la próxima cosecha.
(de “Abrigo”)
*
XVI
lucero lucerito no te vayas ya
que te demores pido
aprestos
en la madrugada lenta
mente separa el tibio goce
abrigo cuerpo de mujer
y una alegría tristísima cae una lluvia
solo en nosotros mudos
¡oh comprensión inútil!
fundar una estirpe o
vislumbrarla
en la hora exacta de la partida
en el bolsillo ella deja
un mensaje
y se esfuma,
caracteres
palabras
una oración
el idioma aplicado
ahora
es para nosotros
figuras para decirlo
todo
figuras para nombrar
la ausencia
y el mensaje desaparece
deviene lluvia un río
cae sin mojar
dolor y gozo
callados
es la ausencia
el maestro impasible huele
el viento del este
tiembla la camisa hawaiana:
es la hora
sabemos
y no asombra el saber
vuelve serena la tristeza
es la hora
y ni mirar atrás
no hay nada.
(de “La camisa hawaiana”)
*
Sociedad de masas
Fuimos con mi amor
hasta las últimas consecuencias.
Golpeamos a su puerta. No atendían,
estaban ocupadas en un millar de casos parecidos.
Insistimos, desesperados como estábamos,
y finalmente,
nos dieron un numerito
y nos pidieron que volviésemos
la próxima semana.
(
de “Política líquida” (del Sobre-plaqueta Ediciones de la Talita Dorada, 2009))
*
Arditti
Entre cardos y pastos desmesurados
la vieja estación
naufraga
con la caída de la tarde.
Unos perros flacos
aúllan su soledad al vernos,
por un momento,
entre las sombras
del tinglado en ruinas,
vuelve a pasar el tren.
(de “Pueblos fugaces”, 2012)
*
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de La Plata y Buenos Aires, distantes entre sí unos sesenta kilómetros, Carlos Aprea y Rolando Revagliatti, 2016.
http://revagliatti.com.ar/act9002/ultinf_aprea.htm
Para contactarnos:
escobarlarevistadigital@gmail.com
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