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EL DISCO DE LA ABUELA de Juan Carlos Villalba

1)  ¿Qué dice la canción Abu..? - preguntaba yo  No se…mi amor…no se - contestaba emocionada.  ¿Y entonces porque lloras?  Tampoco lo se – decía – y se quedaba mirando a lo lejos, mientras me acariciaba entre melancólica y feliz.  Esta escena se repetía casi todos los domingos en casa de la abuela cada vez que ponía a sonar su disco preferido. Aquella música y esa voz maravillosa que cantaba en un idioma por entonces extraño para mí, me sugería  imágenes surrealistas, una especie de   pájaro inexplicable que cambiaba de formas y colores, según el momento y el tono de la melodía. Pero…              Porque lloraba la abuela..? Porque muchas veces terminamos abrazados y lagrimeando..? Que poder tenia aquella música para conmovernos de esa manera..? Durante muchos años me lo pregunte. 3)   Con el tiempo, convertido en adulto y amante de la música clásica, supe que aquel idioma era el francés, que aquella mujer de voz insuperable era María Callas, que el aria que

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Marina Kohon: Poemas

En las manos de Auguste Rodin

Marina Kohon nació el 8 de junio de 1965 en la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina. // Por Rolando Revagliatti

Canto I


I

Llegaron para detener al silencio.
Los pájaros congelaron sus alas.
Hubo ausencia de aire y en mi vientre un tajo.
De la carne se desprendieron dos luces, y un arroyo puro
que manchó los salitrales.
Eran dos las luces. Era la carne una.

Yo pensé en las aguas del Nilo teñidas
y en las siete profecías
también en cuál era el pecado
por el que un hijo puede hacerse río rojo.


II

Los días abandonaron la línea
y se volvieron círculos
los tres quedamos encerrados dentro.
Quisimos hundirnos en la arena
igual que la espuma abandonada por la marea.
Quisimos hundirnos juntos en los nombres
hasta que el abrazo de una luz mayor
nos devolvió el llanto.


III

Permanecimos formando una tríada
estrecha en el respiro,
ellos prendidos de mi pecho
alimentados con mi leche, un marfil de luna
sorprendidos al vernos
en el reflejo del otro.

Alrededor volaban toda clase de criaturas
unas danzas incomprensibles, de rituales.
Nos sosteníamos.


IV

Recuerdo cantar una canción
un amuleto para que la sal no nos tragara.
La canción tenía una única palabra
que yo les susurraba en los oídos.


V

Me aferré a los vaticinios que cayeron
de los oros en la herencia. Los apreté fuerte
y me salvé los ojos.
Todo esto duró hasta que Dios
sentenció la ausencia de pecado
y nos devolvió a la vida.

(de “La ruta del marfil”)


*


de las Ipomeas …


hacia el sol
en su alto cenit
la mujer
despliega sus tallos
de filigranas voraces

—no hay súplica—

sólo un hambre de cielo y nube
—igual al mío—

un corsé de hojas
en profusión de flores
que entre los resquicios
se siente soplo

un armazón que vuela
en complicidad de rayos

espíritu azul que se esfuma
en el letargo del frío.

(de “La ruta del marfil”)


*


Madre
éramos la tierra
y la cruz
éramos carne de tu carne
hasta que nos ataron las manos
los pies y las lenguas
Madre
una gran boca oscura hablaba
por nosotros
nos atravesaba los centros los hijos
y nos arrojaba a la agonía
pero nosotros Madre
entreveíamos tu rostro
envuelto en el manto
y con las uñas hurgábamos
más y más abajo
buscábamos
en los bosques
en los susurros de los árboles
en el claro donde confluye el rayo
buscábamos Madre
en los fragmentos de las voces
dormidas
hasta hallarnos Madre:
somos esta nada
que con esfuerzo
arrastra sus raíces.

(de “Banshee”)


*


Dublín


Todo es volver al límite
de nieblas
de una ciudad donde se brota
y se muere
a la abrumadora belleza
de sus faros
a su gesto como incendio
de tréboles
a tu voz que no encuentra un lugar
para escurrirse
tu mirada que mantiene el orden de todo
lo visible e invisible
el círculo en el que estoy encerrada
en sus claves
todo abona el mismo oxímoron de lo lejano
dentro mío.

(de “Banshee”)

*


Leyenda irlandesa


Quizás
me pierda como Condla
si me ofreces
la manzana de Avallon,
me suba a tu barca de cristal
cruce estrellas, galaxias, infinitos.

Quizás
me rehúse luego
a probar otro alimento
está bien sabido que estos frutos de ambrosía
curan heridas, penas, cicatrices.

Quizás
no haya conjuro posible
al que el druida Corán
pueda acudir para apartarme de tu lado
y se desmayen las horas, los minutos, los instantes.

Quizás
te vuelvas omnipresente espejismo
de mis miradas
y ya no pueda ser la misma.

Ten cuidado, nadie ha vuelto de la Isla de los Manzanos.

(de “Banshee”)


*


I

ningún orden
siguen las chispas
al erizarse
en la noche del sentido


II

hasta que los astros
celebrando un braille
encienden la mecha
del recuerdo


III

como abrir y cerrar
con los ojos ciegos
y no tener más que
preguntas


IV

porque sólo se ve
lo suficiente
lo necesario
al mirar atrás
desde un punto
distante


V

y entendés
que sólo bailás
por un sabor más amargo
para acallar la muerte

(Inédito)


*


témpano
de un cristal mínimo
podrías ser
si quisieras



pero sos
luz mineral
que eriza la pérdida
y borronea los contornos
de la piedra fundamental
donde me paro
que toma la medida
del acantilado
para reinventarse en mi ojo
y reforzar el apego

(Inédito)




*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de Bahía Blanca y Buenos Aires, distantes entre sí unos 600 kilómetros, Marina Kohon y Rolando Revagliatti.

www.revagliatti.com


Para contactarnosescobarlarevistadigital@gmail.com

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